La reciente cobertura en los medios sobre los ríos Isabela y Ozama nos recuerda una dolorosa realidad: miles de familias viven hoy entre basura, aguas contaminadas y riesgos sanitarios. Estos ríos, que alguna vez fueron fuentes de vida, se han convertido en el reflejo de lo que ocurre cuando la ciudad crece sin planificación y el medioambiente queda relegado. Pero también nos muestran la oportunidad de transformar esa realidad: rescatar los ríos es rescatar a las comunidades que dependen de ellos.
Sin embargo, también es un recordatorio de que existe otra manera de mirar y actuar frente a esta crisis. El Decreto 531-25, que declara de alta prioridad la recuperación de los ríos Ozama e Isabela, es un paso importante. Pero la experiencia nos demuestra que las soluciones aisladas no bastan. Se necesita un enfoque integral que combine infraestructura, educación, oportunidades económicas y, sobre todo, una gestión sostenible del agua que involucre a todos los sectores.